Que días pesados che. Toda la semana la misma
misa. Por lo menos cambiemos el cura. La liturgia del socavamiento. Ya casi que
no entiendo mis textos; me estoy echando hacia atrás; fíjate, lee mi último
escrito, no es tan bueno como el anterior; ese sí que estaba cargado de
conceptos, aunque puede ser pesado, no fluye tanto, es el daño lateral pero
bueno, la manivela a veces se pone dura, tampoco es mi culpa; en solo un mes se
me murieron dos perras. A ver este qué tal va… Ya me estoy cansando de criticar
al sistema, ojo que igual siempre busco abrir un camino, con optimismo. Es el
camino que siempre es el mismo, pero bueno, yo me atribuyo el poder volteriano
de la insistencia y la repitencia. Busco que se entienda bien, al menos que yo
lo entienda bien, cosa imposible de suceder porque el entendimiento no es facultad
individual sino colectiva. Me siento un poco cansado te dije esa vez, a veces
solo me tiro en la cama, por cinco o diez minutos, mi cuarto está cerrado, casi
que no lo necesito, follar escribir nadar, ha sido la herencia de Hemingway hace
mucho tiempo, hago lo posible para mantener ese estilo, siempre callado porque
no es bueno hablar mucho, sin ese estilo sería solo un cuerpo blanco y deformado,
con ese estilo mío, y de tantos otros, yo vivo; a veces sobrevivo, y qué, quien
no sobrevive? no es convivir, es sobrevivir, porque esa es la actitud activa,
la positiva en el marco de condiciones que siempre van a ser adversas; hay que
mirar las cosas desde otro lugar sí, pero no dejando de mirar la cosa, ya que si
no la conversación se tornaría tonta. Hay que ser cauto con la premisa, esta se
rompe muy levemente; un niño le dice a otro, no seas boludo que ese es mi espejo,
seguro no se entiende a qué estoy yendo, pero escribo para eso. Allí, en la
premura había cierto forzamiento, quizás haya sido la paranoia propia de estos
días que son perversos. Pero se cargó todo, a tope, los amortiguadores
aplastados solo esperaban a que alguien saque el peso. Se tiene que romper para
que crezca algo nuevo, algo de hierro. Siempre así, muriendo en el intento,
buscar vivir para revivir todo el tiempo. Yo no quiero estar solo pero tampoco
con cualquiera me decía el cara rota, yo le respondí que había una frase que decía
que los animales se parecen a los dueños, y que si eso es cierto, sería una
picardía total porque lo conveniente sería que nosotros nos parezcamos a ellos.
Aquel día yo recién me dormía, podía estar despertando sí, pero recién me dormía,
que se va ser, ya aclaré que tampoco todo es mi culpa. Fue una hermosura oscura
que iluminaba toda la sala justo antes que aparecieras. La vida te da tantas
vueltas que al final solo termina cansado el que no se marea; pero aun así, la
vuelta, en una instancia de deliberación colectiva, es decir de dos o más,
debería ser inclusiva, o sea me dejan entrar, luego me hacen participar con el
sí o el no, siguiendo, con la posibilidad de dejarme conversar pudiendo llevar
adelante mis intereses. Todo este rollo tiene que ser cubierto bajo los efectos
de la mejor luz del otro, o sea, haciendo todo lo posible para entenderlo, y a
su vez también hacerse entender. Es el principio de la buena fe de los
contratos pero que requiere de un principio más elevado, como es el del
reconocimiento, o dicho dignidad, que es lo que nos hace iguales, que no es
otra, que el consentimiento del sujeto para entrar a conversar, ya que si no,
estaría obligado a estar en un lugar que no quiero estar pero sobre todo en un lugar
que la ley no lo obliga a estar. Al menos así en el mundo privado; esto se
llamaría cortesía, aunque es una palabra cargada socialmente de cultura fría.
Lo que quiero decir, es que la fundamental exigencia para el desarrollo del
debate, es la relevancia del riesgo de daño a los otros. Pero primero a todo
eso, está el consentimiento del sujeto de querer entrar. No es muy difícil, es
a prueba de todos. Todavía sigo pensando en vos, los 30 segundos seguidos al
despertarme, observo la ventana, día gris o de color, pienso en vos, luego se
me pasa, pero cuando me di cuenta ya otra vez me estoy despertando. La gente
nunca entendió que hay que alejarse para extrañarse, en una necesidad humana,
la misma causa para luego volver a acercarse. Fue una animalada pensar eso cuando
yo siempre me dispuse a no estar lejos, y vos a estar demasiado cerca. Que
tiempo intenso, parece mardelplata, el viento te recuerda que la nariz siente,
es sensible, ayer casi volamos de la mano; todo se estaba apoyando en un solo filamento.
Parecía discreto, la lluvia trayendo todos los recuerdos que siempre aparecen
cuando me voy yendo. Uf, me dice mi abogada, que por ahora no ha pasado nada.