Realmente fue sorprendente encontrarte ahí adentro.
A las dos horas me dijiste: “Ay, qué terrible que es la vida, Lino.”
“Demasiado” —te contesté.
Eso fue después de fumar y hablar muy de cerca; y
antes de que el DJ soltara: “¡Vamos, que esto recién empieza!” Nunca voy a una
fiesta, pero a veces, la fiesta viene a mí.
Entré fuerte. A mis lados, todo parecía pequeño,
manipulable sin demasiado esfuerzo.
Cumplí el fin garantizando el medio. Se me hizo escuchar a mi viejo diciendo:
“Tranquilo, tranquilo”, con esa voz suya mezcla de enojo y comprensión
verdadera. “Siempre templado”.
“Esto recién empieza” —repitió el DJ, subiendo el
volumen de la música.
Cada vez soy más hábil con la gente; más simpático y vulgar. Un James Bond sin
ritmo ni paladar.
Esto que ocurrió hoy, que está ocurriendo ahora, es el
paladar del encuentro. Todo pasa por ahí; por el tiempo muerto.
Yo creo que la vida viene de muy atrás, es muy
antigua.
A ver… ¿Por qué miras el mar en un cuadro y te quedas ahí, mirando, siendo que
no naciste en una ciudad con mar?
¿Viste que es extraño?
Eso es lo que la hace terrible.
O, lo que es lo mismo: intolerable.
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