No fue la noche, fue la pestaña.
No fue la noche, fue la pestaña. Se te cayó una
pestaña, y yo sentí que se alzaba la necesidad en vos de jugar a ver a quien se
le pegaba en el dedo pulgar para destinar la buena suerte.
No fue la noche, fue la suerte, volviéndome a mí
un completo dinamo, y esta vez, si se siente.
No fue la suerte, fue la noche, transcurriendo al
ritmo de las nubes que cubrían nuestras estrellas.
No fue la noche, fue la pestaña, y llego un relato
cargado de tu encanto, te juro, ahora sí, que las nubes se empezaron a correr
despacio. ¿Lo fijaste? nuestra unión fue
la fuerza para desencadenar el espectáculo.
Se abrió el cielo, nuestras estrellas brillaron,
observe tu retrato; y me sometiste penosamente –pero sin duelo-, a afirmar que
a mí también me va igual.
Fue la noche, cerrando el telón ligero, mostrando
un ambiente gris oscuro, en un silencio completo.
La noche agotada, la pestaña extraviada.
El tema se llama buena suerte y hasta luego.
Empezamos buscando a la suerte, quien gano no lo
sé.
Terminamos con un hasta luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario