sábado, 5 de abril de 2025

Contame tu imaginación

 

Me escapé del demonio.
O no... de vuelta, en mis espaldas.

—¿Qué tenés ahí? —me preguntó, señalando el cuaderno.

No respondí ni rápido ni certero —aunque me levanté de prisa—
pero recuerdo que, en el torrente de palabras lanzadas sin conectores alguno,
estaba la palabra imaginación.

Contame tu imaginación, fue entonces lo que me dijo.

La propuesta, el tono...
me resultó majestuoso.
Con diamantes en sus dientes, que me abrí de manos,
me acerqué a su cuerpo,
conversé mintiendo,
siempre con el cuaderno cerrado,
siempre con la excusa de otro día,
de atrás para adelante,
nunca acá,
nunca quieto,
nunca en el medio.

Me fui.
Me alejé.
Me despedí de esa forma.

Caí al suelo,
me senté en un sillón de cuero,
me movieron del pasillo,
de la pared cercana,
de la silla de madera;
del lugar indicado,
el ombligo del mundo,
la boca de lobo,
la profundidad del asombro.

Acepté el trato con la condición de la existencia de una mesa;
efectivamente había una,
de madera,
grande y baja,
más cerca del piso, de la tierra.

Renovamos los tragos,
sentí el frío en mis labios,
y me dispuse a ver la pantalla,
la película,
la escenografía,
sus actores, sus actrices.

Entonces:
¿es esto el precio de la entrada?, me pregunté.

Un cuerpo humano con decenas de narices.
Un colectivo,
uno a uno conectados,
todos a un mismo circuito,
a una misma fase.

Volví al cuaderno, 

a mis obligaciones.

Un cigarrillo armado de ansiedad.

Alan quería entrar en la pantalla.
Yo prefería que no,
ya me había costado salir.

Y además no tenía problemas en quedarme solo...
es más: lo deseaba.

Es cierto,
el sillón con semejante mesa y una sola botella no era armónico,
pero ya pensaba en volver al pasillo,
al lugar de paso,
al de la observación de lado,
más dinámico,
con mejor imaginación.

 

 

.-

Es otoño. Estoy tirado al lado de la piscina, en paralelo al cielo. El color de las nubes, su contraste con el fondo, la sensación del frio que llega, la densidad del aire, la oscuridad repentina del día, un estado de ánimo sin ánimo, hablar de whisky, hablar de fuego, hablar de poesía, hablar de vos solo con vos, usar la camisa, usar el saco, el pelo largo, fumar con prisa por la brisa, dormir temprano, quedarse en casa, desayunar en la cama, Tarkovski, Kieslowski, Yankovsky. Sonreír, llorar despacio, algún abrazo, una salida, un plan, alguna vida. Es otoño, aún sigo observando a los pájaros sabiendo que ya estarás volando. Es otoño y la vida se vuelve un instante incompleto, el contexto perfecto, para el que escribe, el desesperado.