lunes, 4 de marzo de 2024

Luz y desicion

La llegada de una persona especial desencadena una serie de eventos que llevan a una decisión crucial: regresar a la cotidianidad de Posadas o alejarse aún más.



Si nadie se me acerca, yo no me acerco. Si nadie me habla, yo no hablo. Nadie se me acerca. Nadie me habla. Disfruto de eso. Escribo y fumo a mí ritmo. Hago lo que me da la ganas. Creo que iré a la cantina a comprar una cerveza. La noche esta encapotada. Los relámpagos amenazan una tormenta que aun no sé desata. La calle está ocupada de gente. El espacio público en abundancia. Todos hablan. No escucho mas que imprecisiones. En este momento te extraño. Me gustaria conversar con vos. Tomar un whisky o una cerveza. Toda la semana pensando en vos. ¿Qué será de tu vida? ¿Por qué no estas aquí, en el teatro? Quiero verte. Acariciarte el hombro. ¿Te escribo o sigo con la aventura? Pasa una chica a mi lado con una botella en la mano. Me dio ganas de buscar mi botella de whisky al auto. No sé qué hacer. Debería caminar tres cuadras. De repente pienso y me doy cuenta que no estoy tan mal. No me duele el cuerpo, estoy lucido y consciente. La chica de la botella pasa otra vez a mi lado, esta vez más cerca y la veo mejor. Tiene esos collares negros apretados al cuello que tanto me gustan. ¿Tendré que ir a buscar el whisky? Son tres cuadras. Se hablo tanto de derechos humanos que me pusieron en estado de alerta. Debería estar contento…. Me permito ser creativo. Al diablo. Te voy a escribir. Ya no se cual es la fuerza de la costumbre, si estar con vos o no estarlo, pero sino te escribo, me matare por la falta de sentido. Y lo miro a Camus, en la tapa de un libro que tiene en la otra mano, libre de la botella, la chica del collar negro al cuello. Y la escucho decir a sus amigas: - “siempre es lo mismo, siempre son los mismos”, en tono de queja hacia esta ciudad pequeña y ardiente. Yo me acerco y le digo:  - “vayámonos, tengo el auto a solo tres cuadras de distancia”. 

Ya en el auto pongo música, un disco de los Rolling Stones que me gusta mucho, Sticky Fingers. Le digo que cuando crucemos el puente que divide la ciudad lo pondré mas fuerte. Agarro la botella de Whisky del asiento de atrás y la bebo del pico, ella también hace lo mismo. Tiene esos collares llamados choker. Una vez leí que en Francia, en el siglo XIX, las mujeres que llevaban una cinta negra en el cuello eran prostitutas. La representación esta en la pintura “Olympia” de Manet. Luego de leer eso me di cuenta que esa pintura estaba encuadrada en mi biblioteca. Recién pude darme cuenta por que la había elegido.






Ella me pregunta por qué subir la música al cruzar un puente, le respondo que me gusta el concepto de puente, la unidad entre dos lados, ella me dice que le gustaria fumar un porro mientras cruzamos, yo le digo que hace mucho ya no fumo, ella me pregunta por qué, le contesto que me desequilibra mentalmente y a veces me pongo violento, me dice que ella si va a fumar, le digo que esta bien.

Al ingresar al puente subo el volumen, sonaba “can t you hear me knocking”, ella enciende el porro, fuma, y saca la cabeza por la ventanilla. Tenia puesto un vestido liviano negro y zapatillas blancas tipo Topper; le pregunto si le gustaria pasar la noche en un parador sobre la ruta 12 cerca de Iguazú, agregue que me gustaba ese lugar porque me hacía creer que estaba en una pelicula Norteamericana, ella se rio y me dijo que no tenía problemas, que cuanto mas lejos de Posadas estemos, mejor.

 




Cuando llegamos al parador, en la recepción aun había gente despierta, después de todo recién se hacia la media noche; pedí una habitación e ingresamos en ese monoambiente con una cama doble, una cucheta y un baño muy pequeño. En frente, del otro lado de la ruta, había un maxi kiosco y fuimos a comprar cervezas. Luego nos encerramos en la habitación. El lugar tenía un frigobar y una televisión colgada arriba de la puerta de entrada. Pusimos un canal de música y nos acostamos a beber y charlar. Le pedí que me leyera algo del libro de Camus que sabía tenía. Ella lo saco de una carterita de cuero cruzada y me lo leyó.

“La única verdadera salida -dice- está precisamente allí donde no hay salida alguna para el juicio humano. Si no ¿para que necesitaríamos a Dios? No se vuelve uno hacia Dios sino para obtener lo imposible. Para lo posible, se bastan los hombres”. Leía el mito de Sísifo.





Reflexioné y comenté que a veces yo también me quería morir. Ella me dijo que no quería morirse, que solo quería alejarse de Posadas. Sali a fumar un cigarrillo en la corta galería de enfrente, observaba las luces de los autos que viajaban por la ruta a una velocidad media. Siento que me llega un mensaje y agarro mi celular que lo tenia en uno de mis bolsillos. – "mañana si queres nos vemos".  No me gusto el mensaje por que me llevaba a la exigencia de una elección. Miré por la ventana y la vi a ella acostada boca abajo leyendo el libro, se había sacada sus zapatillas blancas y estaban en la punta de la cama, ambas dadas vueltas. A mi aún me quedaba un mes de vacaciones y bastante dinero en la tarjeta. Ahora tenia que elegir si volver a Posadas o alejarme aún más.

 

 


Lo anterior es parte del conjunto de relatos que busco publicar cada 15 días. Si te interesa leerlos, podés suscribirte a este blog bien abajo. Si te gustan, los podés compartir. También te cuento que en queriendover.blogspot.com escribo sobre temas relacionados al derecho, la política y la cultura. Lo segundo es el aula, esto es el recreo.

 

             

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